(“Montaña Palentina”)
(EL
regreso a la naturaleza, siempre encuentras algo nuevo)
“Sensaciones en la cima”
05/05/2013
-
Ruta sencilla y
sin grandes dificultades.
-
Partimos de Cervera, dirección Velilla del Rio Carrión
carretera a Riaño y a unos tres km y antes de llegar a Besande tomamos la
carretera que va a las minas y sin llegar a ellas dejamos los coches y
ascendemos a Peña Lampa por la cara sur, al este queda Peña Mayor.
- 12 km -4 horas-
Siete montañeros.: Manolo, Mª Ángeles, Luismi,
Jesús, Tomás, Gelo y Teo
Recorremos el cordal totalmente relajados,
en el horizonte contemplamos un paisaje explosivo, la inmensidad de un cielo azul
un cielo azul con esos filamentos largos y delgados, parecen brochazos desgarrados, blancos, son los cirros que en otras ocasiones hemos tenido ocasión de disfrutar
PEÑA LAMPA 1806 M.)
(“Montaña Palentina”)
(EL
regreso a la naturaleza, siempre encuentras algo nuevo)
Ascendemos
sobre piedras, pasamos entre rastrojos y llegamos a los sabinares milenarios, a
los tejos, encinas y mostajos. Una mirada hacia atrás, el color negro del
carbón de la cuenca minera, las gigantescas chimeneas de la térmica, las enormes columnas del viaducto de Guardo
en construcción y abajo, muy cerca, sabinas jóvenes piramidales.
En
medio del ascenso descubrimos la mal llamada naturaleza muerta; esas sabinas,
esos tejos que en su día fueron jóvenes, robustas, fuertes que se resisten a
desaparecer y se mantienen erguidas a pesar de sus troncos secos, retorcidos.
Encontramos algo bello en esos músculos enervados que quieren seguir
siendo al menos testigos perennes de estos montes y quieren seguir viviendo.
Continuamos
ascendiendo, ahora sobre inclinadas lonchas de piedra como si de una calzada
romana se tratara.
Sin
gran esfuerzo hemos llegado a la cima, un respiro, un vistazo, la familiar
columna del punto geodésico sobre un pedestal cuadrado de hormigón, un refugio
circular de piedra y adheridas, abrazadas a la roca, unas catalinas rojas, con
sus pintas negras están a punto de despertar a la luz de la primavera. Escasa
vegetación, piedras, últimos restos de nieve, y en el horizonte contemplamos un paisaje
explosivo, la inmensidad de un cielo azul con esos filamentos largos y delgados,
parecen brochazos desgarrados, blancos, son
los cirros que en otras ocasiones hemos tenido ocasión de disfrutar; al fondo
los Picos de Europa manchados de blanco, sobresale el Pico Fierro, El Espigüete
casi le tocamos, Peña Prieta, Curavacas, el río Carrión nos separa de Peña
Mayor, Pico el Fraile, pantanos de Camporredondo y Compuerto. Recorremos el
cordal totalmente relajados, abajo en el valle un pequeño pantano, hileras de
pinos autóctonos, al fondo el pueblo de Besande. Reconocemos al Yordans y la
Peña Corada de Cistierna.
Descendemos sobre
piedras, pasamos entre brezos, entre las sabinas milenarias, tejos, encinas,
mostajos y las sabinas jóvenes piramidales.
ascendemos sobre piedras, pasamos entre rastrojos
ascendemos sobre piedras, pasamos entre rastrojos
En medio del ascenso descubrimos la mal llamada naturaleza muerta; esas sabinas, esos tejos que en su día fueron jóvenes, robustas, fuertes que se resisten a desaparecer y se mantienen erguidas a pesar de sus troncos secos, retorcidos. Encontramos algo bello en esos músculos enervados que quieren seguir siendo al menos testigos perennes de estos montes y quieren seguir viviendo.
Continuamos ascendiendo, ahora sobre inclinadas lonchas de piedra como si de una calzada romana se tratara.
Las sabinas ante la Peña Lampa
Ascendemos sobre piedra
Un paisaje, una marcha relajada
Luimi va disfrutando del ascenso.
Pantanos de Camporredondo y Compuerto
Jesús también va disfrutando con el ascenso.
Mª Angeles contempla los brochazos blancos
la familiar columna del punto geodésico sobre un pedestal cuadrado de hormigón,
un refugio circular de piedra
en el horizonte contemplamos un paisaje explosivo, la inmensidad de un cielo azul
la familiar columna del punto geodésico sobre un pedestal cuadrado de hormigón y la vista espectacular
Los últimos restos de nieve
Totalmente relajados
El Pico Fierro en los Picos de Europa
en el horizonte contemplamos un paisaje explosivo, la inmensidad de un cielo azul con esos filamentos largos y delgados, parecen brochazos desgarrados, blancos, son los cirros que en otras ocasiones hemos tenido ocasión de disfrutar;
abajo en el valle un pequeño pantano, hileras de pinos autóctonos
y en el horizonte contemplamos un paisaje explosivo, la inmensidad de un cielo azul con esos filamentos largos y delgados, parecen brochazos desgarrados, blancos, son los cirros que en otras ocasiones hemos tenido ocasión de disfrutar
El Valle, las hileras de pinos autóctonos, al fondo el pueblo de Besande
En medio del ascenso descubrimos la mal llamada naturaleza muerta; esas sabinas, esos tejos que en su día fueron jóvenes, robustas, fuertes que se resisten a desaparecer y se mantienen erguidas a pesar de sus troncos secos, retorcidos. Encontramos algo bello en esos músculos enervados que quieren seguir siendo al menos testigos perennes de estos montes y quieren seguir viviendo.
Encontramos algo bello en esos músculos enervados que quieren seguir siendo al menos testigos perennes de estos montes y quieren seguir viviendo.
Descendemos sobre piedras, pasamos entre brezos, entre las sabinas milenarias, tejos, encinas, mostajos y las sabinas jóvenes piramidales.
Sabina joven piramidal
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