El
Mirador de la Peña del Aguila
Chozo de
las Traviesas 1.834 m.
Paseíto
“paisanero".
Palabro de nuestro amigo Manolo
-Montaña
palentina –
(Siempre que regresas a la montaña encuentras
algo diferente e interesante)
“Sensaciones
en la cima”
“San
martes”
21 de marzo de
2017
Recorrido:
Punto
de partida, pueblo de Celada de Roblecedo. Queríamos subir a la Peña Tejedo,, guiaados por Otto, donde íbamos a tener unas vistas extraordinarias, pero la climatología y sobre
todo la falta de visibilidad abortó nuestro proyecto. y ascendimos hasta el
Chozo de las Traviesas 1.834 m. llamado también “El corpus”. Pasamos por minas
pernianas abandonadas, bosques de robles de ensueño y sobre todo la belleza del mirador desde donde se
contemplaba La Peña del Águila. Lo pasmos bien.
Incidencias: Un menú de degustación en el Restaurante la
Taba de San Salvador de Cantalamunda de infarto.
1.
Fuente
de cecina
2.
Fuente
de lentejas
3.
Fuente
de doradas
4. Fuente
de pollo guisado,
5 Puerros rellenos
5 Puerros rellenos
6.
Fuente
de lengua rebozada.
7.
Postre
tarta
8.
Cafés
y chupitos
Recorrido fácil. 11 km.
Montañeros: Manolo, Alberto, Luis, Jesús, Otto y Teo.
Ahí está, el de los pelos asustadizo, el roble de los brazos largos
“Sensaciones”
El pequeño pueblo
de Celada de Roblecedo está integrado en la misma naturaleza de la montaña
palentina. Desde él partimos. Bajo los paraguas de colores, ascendemos por un
camino de suave pendiente.
Nos internarnos en el campo vibratorio del bosque
centenario. Un chozo coqueto, quietud, misterio. Ahí está, el de los pelos
asustadizo, el roble de los brazos largos. Observas y escuchas, oyes hablar a
los robles en un lenguaje de silencio.
Hay olor a campo. Se va apagando la iluminación, y
caminas bajo el cielo oscurecido por los abundantes copos de nieve que van
cayendo, El suelo se va tiñendo de blanco.
No se cambia el plan por la climatología adversa. Un
mirador. Es la Peña del Águila, con sus paredes, con muros, con farallones, con
murallas de rocas. Hay una calma regeneradora de bienestar al contemplar este
paisaje singular de gran belleza.
Ahí está, el de los pelos asustadizo, el roble de los brazos largos.
Un mirador. Es la Peña del Águila, con sus paredes, con muros, con farallones, con murallas de rocas.
Nos internarnos en el campo vibratorio del bosque centenario
Un chozo coqueto, quietud, misterio.
Bajo los paraguas de colores, ascendemos por un camino de suave pendiente.
El suelo se va tiñendo de blanco.
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