jueves, 28 de abril de 2016

Paisaje de la Montaña Palentina-Alrededor de los montes del pueblo de Resoba- -Fuentes Carrionas


Paisaje de la Montaña Palentina
Alrededor de los montes del pueblo de Resoba-
-Fuentes Carrionas
(Siempre que regresas a la montaña encuentras algo diferente e interesante)
“Sensaciones en la cima”

26 de abril 2016


Una ruta sin grandes dificultades. El ascenso paisajístico muy atractivo.

        Salimos desde Cervera de Pisuerga al pueblo de Resoba, donde “abandonamos” nuestros coches. Desde aquí, tomamos la pista dirección a Milares - capilla Sixtina del oso, según Luis; a la derecha dejamos el Alto el Cuajo y continuamos hasta las Tenadas de Resoba -hay un roble centenario-. Ascendimos al Collado Oncellas -hay quien dice Collado de las Doncellas- 1.514 m, giramos a la izquierda hasta subir al Alto de Valdelamorga 1.620 m -hay una caseta de madera que debe ser para ojear la caza y observar si hay fuego- Descendimos dejando a la derecha las Peñas de Saruno, donde vimos en su cima a unos rebecos, y regresamos a Resoba.
La gastronomía fantástica. Comimos muy bien en el Bar Peña Escrita de Santibáñez de Resoba, atendido por la gran profesional Ana y acompañados por nuestros amigos Santi, Mili y Miguel.
Menú: Alubias con chorizo-Rabo de toro, postre, café y chupito.
Recorrimos 15 km

Caminantes:  Manolo, Jesús, Luis, Alberto, Otto, y Teo.

 


En el camino, un claro rastro de huella de lobo impresa en el barro


"Olas" que chocan con violencia sobre las rocas.


A la derecha  y al fondo Peña Redonda


Pico Espigüete -Quien no puede admirar esta belleza-

“Sensaciones”

Paisaje de la Montaña Palentina
Alrededor de los montes del pueblo de Resoba-


Sobre el Valle Estrecho, bajo un cielo azul y una montaña grisácea, contemplas en el silencio, la franja de niebla blanca que navega con lentitud y a la vez trasmite un oleaje de violencia. Tranquilo, es inofensiva. Y permaneces ensimismado, abstraído, observándola desde la distancia. Pero alguien insinúa. Mira, abre los ojos, son "olas gigantes" en reposo que envisten y amenazan con el hundimiento de nuestra Peña Redonda y que incomodan al Gigante Dormido. No hay temor, es una falsa alarma, nuestra montaña sobrevivirá y el Gigante seguirá adormilado.
En el camino, un claro rastro de huella de lobo impresa en el barro. Nuestros amigos naturistas, Luis, Otto, Manolo, la observan, leen la pisada, la reconocen y nos confirman su auténtica identidad. Por supuesto la argumentan. Observa, los cuatro dedos con sus uñas afiladas, no son romas, pues serían huella de perro y las almohadillas anchas y bien definidas.
La ruta de hoy es sencilla, seduce y te da la posibilidad de explorar y fantasear.
Vivir y percibir la naturaleza, compartirla con los amigos, es una satisfacción estupenda. No se busca nada especial y siempre se encuentra algo real o ilusionante. Imágenes que se han plasmado en el paisaje y que por simples que sean, alientan y animan. Aquí no hay monotonía, no te aburres, te esfuerzas un poco al caminar, no hay sensaciones de agobio y asimilas que son momentos de esparcimiento, sin prisas. Aprovechas que la mente vaya más allá y das la posibilidad a la imaginación, con los silencios, con los olores especiales de la naturaleza, con las formas de las nubes, de las rocas, de las nieblas, con la espera de que broten de nuevo las hojas de los hayas y los robles. Siempre te sientes recompensado.
Y desde el Collado de las Oncellas contemplas un paisaje espectacular. El valle de Pineda, el Pico Bistruey, el Lezna, el imponente Pico Curavacas y el majestuoso Pico Espigüete nevado, que parece que quiere seguir elevándose. Y desde la cima de las Peñas de Saruno, los rebecos no nos quitan ojo, corren, paran, se sienten seguros y nos acechan.
Atrás, habíamos dejado el pueblo de Resoba, el Valle de Milares -bosque de robles y aceberos, capilla Sixtina del oso, territorio de la berrea-, y el roblón centenario dentro de las Tenadas de Resoba y la exploración de la cueva del barranco.
De nuevo me tomo “el atrevimiento” de haceros partícipes de lo que vemos y sentimos.




Contemplación de "la tempestad"


Y la Peña Redonda soporta el ímpetu de las olas


Las tenadas de Resoba - Roble centenario- 


Huella de lobo, con uñas bien afiladas,- nos informan nuestros amigos rastreadores-


Pico Espigüete


Pico Espigüete nevado, que parece que quiere seguir elevándose





Observa, son olas gigantes en reposo que envisten y amenazan con el hundimiento de nuestra Peña Redonda 


Pequeño refrigerio. -Al fondo Pico Curavacas-


 Al fondo Peña Redonda
-Foto Otto-


 El merecido descanso de los montañeros en el Bar Peña Escrita de Santibáñez de Resoba-Ana la cocinera-
-Foto Otto-


 Ciervas en las Peñas de Saruno
-Foto Otto-


A la derecha, el Pico Curavacas.


Esto es  "arte moderno", muy trabajado. Sólo es contemplarlo para admirarlo- Es un trabajo de una  plasticidad increíble.


Rebecos en el alto de las Peñas de Saruno


Exploración de una cueva en un barranco cerca de Resoba.


Sí, nosotros estamos dentro.


Fantástica la Peña Saruno

viernes, 1 de abril de 2016

Paseíto bajo la lluvia-“Nuestra montaña palentina alrededor de Cervera”



Paseíto bajo la lluvia
“Nuestra montaña palentina alrededor de Cervera”

 (Siempre que regresas a la montaña encuentras algo diferente e interesante)
“Sensaciones en la cima”
29 de marzo de 2016

 



 Es una ruta con subidas y bajadas. Vas por sendas y atraviesas bosques de robles y hayas. No crea ninguna dificultad.
Salimos andando desde Cervera bajo una lluvia fina que fue desapareciendo.. Cruzamos el pueblo de Vado, la Estación Vado-Cervera, pasamos al camino de la mina ascendiendo al Cirigüeña, término la Robla, Fuente Armita, Camino a la falda baja del hayedo del Pico Almonga. Bajamos cerca de Ruesga a la Fuente del Tollo, Cervera.

Recorrimos 14 km.
Caminantes:  Manolo, Luis, Otto, y Teo-



Pasamos entre los troncos silenciosos de los hayas y los robles


 Ha dejado de llover. Aparece la luz del sol entre las hojas de los robles y los hayas









“Sensaciones”

Paseíto bajo la lluvia

“Nuestra montaña palentina alrededor de Cervera”


Cualquier paseo de montaña, por muy simple o adverso que sea, si tú quieres, experimentas "sensaciones" atractivas y seductoras. El bosque está ahí, tú tienes la capacidad de percibir su encanto, hay que buscarlo.
Hoy caminamos bajo la lluvia, y nos protegemos con la capucha, chubasquero o el paraguas. Tal vez, no es lluvia, es llovizna y aplicamos nuestra mera filosofía, “ya escampará”," siempre que llovió, escampó"  “chuzos más grandes han caído.”
La temperatura excelente. Pisamos hojas secas humedecidas. ¡Por Dios! ya estamos en un prado trampa, enaguado, en el que tus botas se impregnan de barro. Pasamos entre los troncos silenciosos de los hayas y los robles y aparece el bosque, porque está y tú quieres que esté, de colores de gama fría, pintado de marrones, verdes y grises. Escuchas el golpeo del agua sobre las hojas.
 Ha dejado de llover. Aparece la luz del sol. La sensación de contraste se acentúa y hasta se intensifica la simpleza del color amarillo de las mochilas de mis amigos y por supuesto, por muy cursi que parezca, hay revoloteo y sonidos de pájaros que nuestro amigo Carlos les identificaría con la máxima precisión.
 En el camino destruido por el agua y entre las hojas secas, descubrimos “el eléboro fétido”, planta tóxica y venenosa de la que no ha brotado todavía su atractiva flor púrpura. Salvamos pequeñas dificultades que se presentan en el ascenso de unas rocas mojadas y brillantes. Aquí, dice Manolo, el manadero de la Fuente Armita. Al fondo, en la falda del Pico Almonga, la Peña Hormigal, posadero de buitres y águilas. Ahora, si, cruzamos por un atractivo prado verde. Inspiras e expulsas el aire con lentitud y paramos para ver con tranquilidad, el caudaloso chorro de agua del manantial de “la fuente del Tollo”.





Los nombres del “eléboro fétido” se lo debo a mi amigo Luis. La “Peña Hormigal”, “Fuente Armita, a mi amigo Manolo y otras observaciones a mi amigo Otto. Yo agradecido. Sin ellos pasarían inadvertidas muchas curiosidades.





Hoy caminamos bajo la lluvia, y nos protegemos con la capucha, chubasquero o el paraguas.


Aquí, dice Manolo, el manadero de la Fuente Armita.





En el camino destruido por el agua y entre las hojas secas, descubrimos “el eléboro fétido”, planta tóxica y venenosa de la que no ha brotado todavía su atractiva flor púrpura


La temperatura excelente.





Al fondo, en la falda del Pico Almonga, la Peña Hormigal, posadero de buitres y águilas.


 Pisamos hojas secas humedecidas.


Al fondo  la Peña Hormigal


Ya ha desaparecido la lluvia


Salvamos pequeñas dificultades que se presentan en el ascenso de unas rocas mojadas y brillantes





Mientras observábamos algún animal a lo lejos.



El descenso es suave. Al fondo el pueblo de Ruesga y pantano.



Descenso de la falda del Pico Almonga



 Ahora, si, cruzamos por un atractivo prado verde, inspiras e expulsas el aire con lentitud 


Foto fantástica de nuestro amigo Otto en el ascenso a Santa Lucia.
Es todo un profesional.