viernes, 30 de octubre de 2015

Bosques encantados de Polaciones (Desde el Mirador de la Cruz de Cabezuela, Cotillos y Salceda.) Montaña Palentina y Cántabra




Bosques encantados de Polaciones                   

(Desde el Mirador de la Cruz de Cabezuela, Cotillos y Salceda.)

Montaña Palentina y Cántabra

                       (Siempre que regresas a la montaña encuentras algo diferente e interesante)

“Sensaciones en la cima”

28 de octubre de 2015

La ruta, no tiene dificultad. Es sencilla. 13 Km.

Cervera de Pisuerga dirección Potes. Piedrasluengas, Valle de Polaciones, Mirador de la Cruz de Cabezuela, Cotillos, Salceda.

Iniciamos la marcha desde el collado de la Cruz de Cabezuela que está sobre dos valles, a un lado el valle Lebaniego y al otro el valle de Polaciones., donde hay una escultura “Encuentro entre un Purriego y un Lebaniego". Tomamos el camino que conduce a Cotillos. El camino  a veces le abandonamos para adentrarnos en el bosque. Regresamos por el pueblo de Salceda al Mirador. Y al final a comer  un fantástico cocido en el Bar Restaurante Venta de Pepín.

Caminantes:  Alberto, Manolo, Keko, y Teo.

Por un momento, pareces estar en el país de los enanitos, peras muy pequeñas, perujos; manzanas muy pequeñas, maíllos, avellanas, bellotas




“Sensaciones”
Bosques encantados de Polaciones                   

(Desde el Mirador de la Cruz de Cabezuela, Cotillos y Salceda.)


             Por iniciativa de nuestro amigo Alberto hemos venido a estos parajes y bosques de Polaciones. Arriba entre la niebla aparece la fortaleza de Peñalabra, al fondo los picos nevados de la montaña palentina y los picos de Europa. Dos valles, el de los lebaniegos, y el de los Purriegos. Un escenario perfecto de tranquilidad.

La luz otoñal   ilumina y pinta el bosque de hayas y hace que percibamos efectos especiales de colores de diferentes tonalidades, ocre rojo, caqui, matices de color verde y amarillo, troncos grises; caminamos y pisamos hojas marrones, humedecidas por el roció.

Es un privilegio estar perdidos en plena naturaleza. La simple observación, aunque sea repetitiva, te reactiva y con el poder de la imaginación hace que tu cerebro procese y capte la emoción que trasmite el paisaje.

Hemos dejado atrás el Mirador de Cabezuela donde está la figura de hermanamiento de un Purriego y un Lebaniego. Hemos cruzado bosques vírgenes de hayas, robles, acebos, avellanos y retamas. Ya estamos en el pueblo de Cotillos, donde nos cuentan que en días pasados un lobo devoró un cerdo. Pasamos junto a unos acebos de hojas de color verde brillante, pinchudas, perennes, sus drupas redondeadas de intenso color rojo. Y estamos caminando y escuchas el grito de alarma de un arrendajo. Y más adelante oyes el golpe hueco de un picamadero e imaginas su enorme pico blanco pelando la corteza del árbol. Por un momento, pareces estar en el país de los enanitos, peras muy pequeñas, perujos; manzanas muy pequeñas, maíllos, avellanas, bellotas.

Atrás hemos dejado el pueblo de Salceda y hemos regresado al Mirador de Cabezuela.

Este es nuestro pequeño mundo de montaña y senderismo.





 La luz otoñal   ilumina y pinta el bosque de hayas


 Hace que percibamos efectos especiales de colores de diferentes tonalidades


 ocre rojo, caqui, matices de color verde y amarillo, troncos grises


 Con el poder de la imaginación hace que tu cerebro procese y capte la emoción que trasmite el paisaje.








 Hemos dejado atrás el Mirador de Cabezuela donde está la figura de hermanamiento de un Purriego y un Lebaniego


La luz otoñal   ilumina y pinta el bosque de hayas y hace que percibamos efectos especiales de colores de diferentes tonalidades, ocre rojo, caqui, matices de color verde y amarillo, troncos grises



Caminamos y pisamos hojas marrones, humedecidas por el roció



 Pasamos junto a unos acebos de hojas de color verde brillante, pinchudas, perennes, sus drupas redondeadas de intenso color rojo.


 Es un privilegio estar perdidos en plena naturaleza






Al fondo los picos nevados de la montaña palentina y los picos de Europa.



                 Y al final a comer  un fantástico cocido en el Bar Restaurante Venta de Pepín.

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