ALTO EL PANDO NEVADO -MONTAÑA PALENTINA- | 2013-02-20 |
(Montaña Palentina)
(El silencio de la montaña roto por el silbido del viento)
“Sensaciones en la cima”
17-02-13
- Ruta sencilla y sin dificultad. La nieve y los elementos atmosféricos la hacen un poco más dura.
- Partimos desde Cervera y llegamos al pueblo de Vidrieros, -no vemos el Curavacas- alcanzamos una pista desde el alto de la ermita dejando a la izquierda el Monte de las Huelgas y el Collado del Hospital llegando al chozo del Pando y ascendemos hasta la cima.
- 10 km -4 horas-
Diez montañeros: Manolo, Fonso, Maripaz, Luismi, Marisa, Alberto, Joserra, Minerva, German y Teo
CLUB DE PESCA Y MONTAÑA RIVERA-PISUERGA-CERVERA DE PISUERGA-
ALTO EL PANDO NEVADO.
(Montaña Palentina)
(El silencio de la montaña roto por el silbido del viento)
Partimos del pueblo de Vidrieros y tomamos el camino de la ermita; la hemos sobrepasado, una mirada retrospectiva y nos llama gratamente la atención sus tejados nevados, las diferentes alturas, la sacristía, la cubierta principal, la torre con su campanario, esas irregularidades que dan armonía a este pequeño templo. Seguimos ascendiendo, una mirada hacia la derecha, al fondo aparece la inmensidad del valle de Pineda con el serpenteo de vueltas y revueltas del río Carrión. Caminamos en hilera y raqueteamos por la pista de un bosque de robles y abedules. Los abedules de piel fina, desnudos. Los robles con hojas secas, arrugadas, encogidas, magulladas por las severidades del clima y del tiempo trascurrido. Son hojas secas que se resisten a caer y se agarran como lapas a la rama, no quieren perder el privilegio de las alturas, no quieren ser destronadas por los retoños de la primavera. Seguimos avanzando, nos paramos, observamos a un abedul con su corteza despedazada, hay una profunda huella, posiblemente desgarrada con crueldad por los manotazos de un oso enfurecido que perseguía con violencia a su presa.
Oscuras nubes impiden pasar los rayos del sol, y en el camino alguien se ha entretenido haciendo un simpático muñeco de nieve. En lo alto, un pequeño árbol que está sólo, es zarandeado y redoblado por el viento.
Oscuras nubes impiden pasar los rayos del sol, y en el camino alguien se ha entretenido haciendo un simpático muñeco de nieve. En lo alto, un pequeño árbol que está sólo, es zarandeado y redoblado por el viento.
Paramos en el chozo del Pando, charlamos. Ascendemos por una pendiente que no es muy pronunciada, es campo abierto, y conforme avanzamos, el firme de la nieve se va endureciendo, pero alcanzamos la cima sin necesidad de colocarnos los crampones. Estamos en lo más alto, respiramos profundamente y sentimos el aire frío que nos obliga a ponernos más ropa.
Contemplamos y apreciamos la tranquilidad y belleza de este lugar paradisiaco de nuestra cordillera cantábrica. Un desierto blanco, cumbres nevadas e irregulares, valles; en el horizonte, intensos azules entre la montaña y las nubes. Experimentamos el silencio de la montaña roto por el silbido del viento.
Contemplamos y apreciamos la tranquilidad y belleza de este lugar paradisiaco de nuestra cordillera cantábrica. Un desierto blanco, cumbres nevadas e irregulares, valles; en el horizonte, intensos azules entre la montaña y las nubes. Experimentamos el silencio de la montaña roto por el silbido del viento.
Retomamos el camino, descendemos complacidos de la montaña, del grandioso valle de Pineda, del atractivo embalse de Camporredondo.
La ermita, el bar de Vidrieros.
La ermita, el bar de Vidrieros.
tomamos el camino de la ermita; la hemos sobrepasado, una mirada retrospectiva y nos llama gratamente la atención sus tejados nevados, las diferentes alturas, la sacristía, la cubierta principal, la torre con su campanario, esas irregularidades que dan armonía a este pequeño templo
Pasamos entre los abedules
Seguimos avanzando, nos paramos, observamos a un abedul con su corteza despedazada, posiblemente desgarrada con crueldad por los manotazos de un oso enfurecido que perseguía con violencia a su presa- El oso dió tan fuerte que puso los árboles raíz arriba-
Seguimos ascendiendo, una mirada hacia la derecha, al fondo aparece la inmensidad del valle de Pineda con el serpenteo de vueltas y revueltas del río Carrión.
En principio es un ascenso suave y de nieve blanda.
Descenso, al fondo embalse de Camporredondo
Que chicos y chicas tan majos, vamos a verles por la parte derecha
Y los chicos posan por la derecha
y conforme avanzamos, el firme de la nieve se va endureciendo, pero alcanzamos la cima sin necesidad de colocarnos los crampones.
Paramos en el chozo del Pando, charlamos. Ascendemos por una pendiente que no es muy pronunciada, es campo abierto
El ascenso es ameno y se charla sobre todo lo que a uno se le ocurre
Estos chicos son semiprofesionales, el día anterior Fonso subió al Curavacas. Son palabras mayores.
Seguimos ascendiendo
Allí arriba estaba Fonso en medio del desierto blanco.
Y aquellos que vemos pequeñitos son Manolo y Alberto
Estamos en lo más alto, respiramos profundamente y sentimos el aire frío que nos obliga a ponernos más ropa. Contemplamos y apreciamos la tranquilidad y belleza
Que tranquilos despues de alcanzar la máxima altura
Manolo regresa, Alberto sigue contemplando la inmensidad.
Un descenso relajado
Foto de Fonso
Foto de Fonso
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